A partir de la llegada de internet el mundo ha cambiado y seguirá cambiando exponencialmente en cientos de formas. La manera que tenemos de relacionarnos ha cambiado y las redes sociales o profesionales o este mismo lugar donde escribo, produce impactos diferentes que en la era pre-internet. Mostramos nuestro mejor lado de “éxito”. Sin embargo, y uds. bien saben, que esto es sólo una parte de una realidad manifiesta pero que es menos percibida.
Llevo 30 años trabajando en un Hospital Público y debo estar agradecida por el espacio que ocupo, por las redes humanas tejidas, por el desarrollo de mi carrera, por la experiencia generada y trasmitida.
Pero en este espacio quiero reflexionar sobre la otra realidad. Si bien trato de mostrar que algunas cosas se pueden hacer, aun dentro de la caja cuadrada impuesta, y una estructura rígida hospitalaria, lo cierto es que lo poco o mucho generado, de acuerdo a cómo lo mires, ha llevado toda una vida. Por cada beca ganada, 10 no gané, por cada premio ganado 10 no gané, por cada paper publicado hay detrás fines de semana enteros trabajando en una idea. La pasión me ha llevado a hacer todas las cosas “más posibles”. La pasión mueve hacia los caminos que se abren, genera las ideas y la fuerza se centraliza.
El lado menos positivo de tener una pasión es que pagas un precio y generalmente viene de la mano de la perseverancia, resiliencia, dedicación, postergación y algunas palabras más.
Para llegar, transité un camino. Cuando veas algo en mi perfil donde te sientas identificado, donde veas algo de “éxito”, por favor acordarte que además hay un esfuerzo enorme y un montón de fracasos.
Cuando me veas, mírame.