Credibilidad en las publicaciones científicas

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“Ciencia basura” o “Fake papers”. Es impensada la creación de una “fábrica de papers”. ¿Se imaginan?: cientos y cientos de personas con ciertas aptitudes para escribir o relatar ciencia dispuestas a escribir lo que sea, inventar los datos que sea, con tal de que quien lo contrata pueda publicar y ellos obtener un salario. Inescrupuloso si, por supuesto, por donde lo mires, pero cierto.

Este no es un tema nuevo y se incrementa día a día con el advenimiento de las nuevas tecnologías y las reorganizaciones sociales con sus diversas presiones. En algunos países más que en otros, el sueldo, la promoción en la carrera, los subsidios o el trabajo en sí mismon siempre están en jaque y dependen de cuantos papers un invetigador publique. Esta presión constante ha hecho que emerja con fuerza las “fábricas de papers”.

Recientemente, el 23 de marzo de 2021, la prestigiosa revista científica NATURE publicó un artículo sumamente interesante titulado “The fight against fake-paper factories that churn out sham science” cuyos autores son Holly Else y Richard Van Noorden. En este artículo, sin desperdicio, logran poner en números esta realidad: más de 1000 manuscritos retirados de publicación y otros tantos bajo sospecha en el último año. Se han colocado “detectives” para localizar estos trabajos fraudulentos y poder ver patrones de publicación o duplicaciones. Según el análisis de Nature, hasta ahora se han retractado o etiquetado alrededor del 26 % de los artículos que, según los detectives, procedían de las fábricas de papers. Muchos otros aún están bajo investigación debido a sus características sospechosamente similares. En este artículo, que insto a los lectores a revisar, señalan que han detectado gran cantidad de estos trabajos provenientes de China, Rusia e Irán y el espectro de ciencias es muy amplio, no sólo en ciencias biológicas o médicas sino también en química, ciencias de la computación, ciencias sociales, humanidades. Es que muchas veces es difícil ver donde esta la trampa, si en los números que se publican, en los datos en si mismos o en las figuras o hasta se puso en jaque a los revisores.

Este monstruoso mecanismo desgasta la credibilidad en la ciencia y sus científicos, poniendo en una misma bolsa los buenos y los malos, los inmorales y los éticos, la calidad y la cantidad como caras de una misma moneda. Y al final de este cuento pagan “justos por pecadores”.

Queda en cada uno de nosotros no sólo fomentar los mecanismos honestos de generación de conocimiento sino ajustarnos a ellos y actuar en consecuencia.

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