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Crecí bajo la influencia de libros de Carl Sagan (astrónomo, astrofísico, defensor del método científico, promotor de la búsqueda de inteligencia extraterrestre y el primer científico en estudiar el efecto invernadero como planeta), Isaac Asimov (bioquímico y gran escritor de obras de ciencia ficción con robots, historia y divulgación científica), Marvin Lee Minsky (científico experto en inteligencia artificial).

Y a muy corta edad mi papá me dio a leer el libro “La tercera Ola” de Alvin Toffler. Por supuesto lo empecé a leer y lo dejé, lo consideraba muy largo y no entendía ni siquiera el objetivo del libro: mostrar de manera futurista el cambio que nos esperaba. Muchos años después, comenzé nuevamente su lectura y es hoy uno de los libros que más claramente han impactado en mis ideas y pensamientos. Encontrarán en mis artículos una clara influencia de este escritor.

La idea de la ola no es sólo una herramienta para organizar grandes masas de muy diversa información, sino que es una metáfora perfecta. El choque de las olas, la fuerza, la resistencia, el conflicto, la tensión y la claridad.

Sin dudas transitamos cambios profundos en la sociedad. Tomen consciencia que estos cambios no son aislados, no son al azar. Por ejemplo, la crisis energética, los cambios en los núcleos familiares, la difusión de cultos, los movimientos separatistas, los horarios laborales flexibles, la manera en cómo nos relacionamos, etc. Estos y muchos otros hechos que parecen inconexos, son en realidad parte de un fenómeno mas amplio: la muerte del industrialismo y el nacimiento de una nueva civilización. Esta nueva civilización no entiende viejos preceptos, viejas ideas o dogmas, viejas estructuras, que quizá fueron muy útiles en otros tiempos. Esta sociedad es producto del choque de nuevos valores y tecnologías, nuevas relaciones y formas de relacionarnos. Hoy, esta sociedad necesita a la innovación para crecer.

La fuerza laboral mal adaptada al rápido cambio tecnológico es uno de los grandes retos de este año. Todo cambio implica costos, pero serán más graves los costos a pagar por no cambiar ciertas cosas con la suficiente rapidez que el costo del cambio en sí mismo. En los últimos 20 años avanzamos tecnológicamente más rápido que los 100 años que nos precedieron.

¿Están los Hospitales Públicos preparados para estos cambios? Tienen estructuras muy ortodoxas y relaciones entre las personas muy rígidas. Dejan poco espacio y poco margen para que puedan crecer núcleos innovadores y con talento. Los Hospitales Públicos deberían aprovechar el capital semilla de sus profesionales de manera lógica y razonablemente útil. La ola ya se formó, creció, se ven los conflictos y las tensiones predichas, y solo queda saber si nos pasa por arriba o la surfeamos.

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